Pescador de Puerto Viejo: Nido

domingo, 20 de octubre de 2013

Nido

Su nido era un mundo de luz y su pareja no entendía que ella solo empollaba luciérnagas.

2 comentarios:

lichazul dijo...: iluminada metáfora , casi Zen

abrazos; domingo, octubre 20, 2013
Alís dijo...: Qué bonito.
Me encantaría empollar luciérnagas.

Un abrazo; domingo, octubre 20, 2013

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Biografía

Copiapino por nacimiento como los pimientos de mi plaza y los escasos chañares, hijo adoptivo de Puerto Viejo, amante del mar por decisión, nací apresurado antes de tiempo, quería recorrer el aire, los aromas, los cerros, las calles, las noches y los días; mi padre me recibió con manos fuertes y mi madre con pechos lechosos; mi bisabuela me amamantó con cariños y caprichos del hijo que nunca tuvo. Crecí tirillento, ansioso, a veces ausente, entre fotografías en blanco y negro, con las rodillas magulladas de tantos juegos y caídas. Ni feo, ni bonito, atractivo en la sonrisa y en la mirada penetrante, es lo que me han dicho. De nariz aguileña como un mascarón de proa, cejas de piure, voz bramosa, de sombra inquieta. Marino de mis costas por gusto y pescador artesanal por agrado más que de oficio…pesco letras y pescados fritos. Asiduo de caminar descalzo en la arena, de saborear las cocinerías, las picadas, comidas caseras, de beber vino en copa de colores, blanco, rose y tinto y fumar tabaco en pipa con sabor a chocolate, de disfrutar una taza de té, de hurguetear en ferias de las pulgas y librerías con olor a encierro de letras. Casado con una caracola que es mi musa y tres peces multicolores que son nuestros hijos, a los cuales amo en cada respiro de ellos…Me considero simple como un mendrugo y complicado como un engranaje de reloj, práctico como un remo, asertivo como un anzuelo, directo como un arpeo, de conversar fácil, de palabras desgreñadas, afiladas e inventadas, de caminar rápido y seguro; me gustan los colores del bullicio y la simpleza del silencio, me gustan los emparedados de aceitunas, de lechugas, de aceite con sal, de migas con algo. Soy de encantarme con los pequeños detalles, de la simpleza de la vida, de asombrarme aún de las entidades espirituales, naturales, artificiales y corporales; un aprendiz de la fotografía digital en constante crecimiento. Amo el erotismo y deseo el amor. Amo mi risa, mis pasos, mis recuerdos; amo el merquén, el agua helada para beber y las sopas en invierno. Evito los domingos que sudan tedio y los mentirosos, los aduladores y los tumultos, los superficiales y los sin sentidos. A veces impulsivo, absurdo, rencoroso, apasionado, narrativo, irónico, posible, obsesivo, complejo, surrealista, amado, intuitivo, sediento, desacralizado, ignoto, imaginativo, insaciable, irreverente.
Me declaro Nerudiano por las odas elementales a las cosas y sus estravagarios versos y Parriano por lo desgreñado de su antipluma que es una montaña rusa. Escribo por que mis letras surgen de mis vísceras como una ola rugiente y se anudan en mis manos tratando de garrapatear algunas prosas, transformándose en canales, fiordos, playas, bahías, ensenadas, litoral, caletas y de ellas soy capitán, timonel, vigía, remero, tripulante, y el único perfume que me gusta es el aroma del mar, en ella soy nada y todo, soy un hombre que chapotea en las aguas de las letras sin mayores pretensiones que ser leído.